Un instalador de gas natural es un aliado del ahorro, si tal y como has oído, cambiar de fuente de gas es pasar directamente a ahorrar en tu consumo de energía, cosa básica y fundamental en los tiempos que corren. Pero hay que buscar bien qué instaladores de gas natural contratamos, ya que deben estar autorizados por las empresas suministradores para realizar este tipo de instalaciones.
Estamos hablando de una instalación fácil pero delicada a la vez, recordemos lo volátil que es el gas, da igual el tipo y además lo inflamable que es, por lo que es imprescindible cumplir con todos los requisitos que marca la ley para que sea segura.
Ventajas del gas natural
Además del precio, el gas natural tiene otras ventajas frente al butano.
En cuanto al precio cabe indicar que es mucho más estable que el gas butano, este se obtiene del refinado del petróleo y su precio oscila en función del precio del barril de petróleo. Sin embargo, el gas natural es más abundante que el petróleo y aunque la producción suele ir asociada, ya que es muy habitual encontrar bolsas de gas natural en los yacimientos de petróleo, su producción es diferente y es una fuente de energía que proviene también de yacimientos apartes.
Actualmente, el precio por metro cúbico es aproximadamente la mitad, es decir el gas natural es la mitad de barato que el gas butano.
Otra ventaja es el suministro, primero llega por una tubería, esto hace que nos olvidemos de las engorrosas bombonas, de estar atentos si se nos acaba, de tener siempre una llena en casa de respaldo o de coger el coche para ir a comprar una bombona a la gasolinera por no ser previsores. No podemos olvidar, las veces que hemos tomado esas duchas de agua fría porque la bombona se ha acabado y no hay nadie en casa que pueda hacernos el favor de realizar el cambio.
Con el gas natural pagamos exactamente lo que consumimos, destacamos este detalle porque con el gas butano en muchas ocasiones desechamos residuos en la bombona y no la aprovechamos al 100 por 100. Esto se debe al hecho que cuando el gas de la bombona va disminuyendo, la presión baja y llega un punto que el gas no es capaz de salir de la bombona, esto se acentúa mucho más en climas fríos, cuando el recipiente se encuentra a la intemperie.
El gas necesita calor para pasar de su estado líquido (dentro de la bombona) al estado gaseoso, si el clima es frío le cuesta más salir, así pues, si desechamos la bombona porque no sale el gas estamos tirando el dinero.
Estamos hablando de una instalación fácil pero delicada a la vez, recordemos lo volátil que es el gas, da igual el tipo y además lo inflamable que es, por lo que es imprescindible cumplir con todos los requisitos que marca la ley para que sea segura.
Ventajas del gas natural
Además del precio, el gas natural tiene otras ventajas frente al butano.
En cuanto al precio cabe indicar que es mucho más estable que el gas butano, este se obtiene del refinado del petróleo y su precio oscila en función del precio del barril de petróleo. Sin embargo, el gas natural es más abundante que el petróleo y aunque la producción suele ir asociada, ya que es muy habitual encontrar bolsas de gas natural en los yacimientos de petróleo, su producción es diferente y es una fuente de energía que proviene también de yacimientos apartes.
Actualmente, el precio por metro cúbico es aproximadamente la mitad, es decir el gas natural es la mitad de barato que el gas butano.
Otra ventaja es el suministro, primero llega por una tubería, esto hace que nos olvidemos de las engorrosas bombonas, de estar atentos si se nos acaba, de tener siempre una llena en casa de respaldo o de coger el coche para ir a comprar una bombona a la gasolinera por no ser previsores. No podemos olvidar, las veces que hemos tomado esas duchas de agua fría porque la bombona se ha acabado y no hay nadie en casa que pueda hacernos el favor de realizar el cambio.
Con el gas natural pagamos exactamente lo que consumimos, destacamos este detalle porque con el gas butano en muchas ocasiones desechamos residuos en la bombona y no la aprovechamos al 100 por 100. Esto se debe al hecho que cuando el gas de la bombona va disminuyendo, la presión baja y llega un punto que el gas no es capaz de salir de la bombona, esto se acentúa mucho más en climas fríos, cuando el recipiente se encuentra a la intemperie.
El gas necesita calor para pasar de su estado líquido (dentro de la bombona) al estado gaseoso, si el clima es frío le cuesta más salir, así pues, si desechamos la bombona porque no sale el gas estamos tirando el dinero.