En primer lugar, para empezar, tenemos que hablar de las compañías del sector del automóvil. Unas compañías que no dudan ni un solo instante en instalar motores de segunda mano en sus vehículos con el único objetivo y con el único propósito de reducir costes y aumentar su margen de beneficios. Sin embargo, estas compañías a las que acabamos de hacer referencia, siempre alegan que los motores que instalan en sus vehículos, no pueden ser considerados como motores de segunda mano ya que cuentan con muy pocos kilómetros. En otras palabras, prefieren decir que son motores seminuevos aunque, siendo plenamente honestos con nosotros mismo, tenemos que hacer hincapié en el hecho de que el precio que tiene el vehículo de venta al público se mantiene intacto.
En segundo lugar, tenemos que hablar de los talleres mecánicos dentro de este sector. Unos talleres que si bien es cierto no tienen la misma responsabilidad y no se les puede culpar de la misma manera que las principales compañías del sector del automóvil, tampoco realizan una buena acción al intentar instalar motores de segunda mano cuando en la propia factura los están cobrando, y la están reflejando, como si de un motor nuevo se tratara.
La situación de crisis económica que está viviendo España es la que obliga a muchas empresas, independientemente de la reputación que éstas puedan tener, a abaratar unos costes cuyos principales perjudicados son unos clientes, los cuales, no están recibiendo el servicio prometido y acordado ya que están pagando un precio por algo que no cumple la calidad esperada.